La primera vez que leí sobre la teoría de las inteligencias múltiples, hace unos 15 años atrás, la misma me hizo mucho sentido. Howard Gardner, profesor e investigador de la Universidad de Harvard, la propuso a principios de los años '80 del siglo pasado como un modelo alternativo al comúnmente aceptado de la inteligencia unitaria. Básicamente, Gardner esgrime que la inteligencia no puede ser tomada como una entidad monolítica, sino que esta vendría a ser un conjunto de potenciales biopsicológicos diversos que se activarían individual o colectivamente para permitirle a nuestra mente resolver problemas producidos por su interacción con el entorno. Por otra parte, Gardner también afirma que la inteligencia no puede ser reducida a una escala cuantitativa, por lo que carecería de sentido emplear índices como el CI (cociente intelectual) para comparar la capacidad cerebral de un sujeto respecto a otro.
● Las Inteligencias Propuestas por Howard Gardner
Los detractores de Gardner argumentan que este confunde "habilidades" con "inteligencias", además de que recurre a métodos de investigación no científicos. Más allá de la polémica, su teoría ha tenido una importante repercusión en el ámbito de la psicología y la educación.
Howard Gardner propone en su modelo la existencia de 8 inteligencias, las cuales se manifiestan con mayor o menor actividad de un individuo a otro. El grado de desarrollo de cada una dependería, en cierta medida, de las cualidades naturales de cada persona, pero también se relacionaría con la estimulación recibida por el individuo, desde temprana edad, dentro de su entorno social y cultural. Conceptualmente estas inteligencias pueden resumirse como sigue:
Inteligencia lingüística. Se relaciona con la facilidad para comprender y aplicar las reglas del lenguaje, ya sea verbal, escrito o de otra índole. Podemos encontrar muestras de alto desarrollo en oradores, escritores, traductores y comunicadores sociales.
Inteligencia lógico-matemática. Tiene que ver con la capacidad para resolver problemas abstractos, la aplicación de cálculos numéricos, el análisis geométrico y la identificación de secuencias lógicas. Vemos ejemplos de su potencial en ingenieros, científicos, economistas y programadores.
Inteligencia visual-espacial. Se refiere a la facilidad para la navegación y la interpretación de planos y mapas. Además, tiene que ver con la capacidad para resolver problemas espaciales. También se relaciona con el reconocimiento y representación de formas. Suele estar muy desarrollada en artistas plásticos, arquitectos, fotógrafos y diseñadores.
Inteligencia musical. Tiene que ver con la habilidad para reconocer y reproducir melodías con un sentido armónico. La misma está altamente desarrollada en músicos, cantantes y compositores.
Inteligencia corporal-cinestésica. Se relaciona con la capacidad para utilizar el cuerpo de forma precisa con el fin de realizar una actividad. Incluye el talento para emplear efectivamente objetos o herramientas. Un alto nivel se hace evidente en atletas, bailarines, artesanos, artistas plásticos y técnicos mecánicos.
Inteligencia intrapersonal. Se refiere a la habilidad que tiene un individuo para conocerse a sí mismo en el plano emocional, para identificar eficazmente sus fortalezas y debilidades y para orientar su conducta. La vemos manifestada en personas a las que les gusta trabajar solas, que prefieren la meditación, en los filósofos, en los escritores.
Inteligencia interpersonal. Tiene que ver con el talento para leer las emociones de los demás, descifrando sus intenciones y deseos. Ejemplos de alto desarrollo los podemos ver en psicólogos, terapeutas, profesores, vendedores, políticos.
Inteligencia naturalista. Se refiere a la observación de la naturaleza, de los elementos que nos rodean. Comprende la capacidad para percibir las relaciones entre distintas especies (flora y fauna), así como determinar sus similitudes y diferencias. Podemos ver un gran desarrollo de la misma en biólogos, botánicos, naturalistas y exploradores.
Inteligencia naturalista. Se refiere a la observación de la naturaleza, de los elementos que nos rodean. Comprende la capacidad para percibir las relaciones entre distintas especies (flora y fauna), así como determinar sus similitudes y diferencias. Podemos ver un gran desarrollo de la misma en biólogos, botánicos, naturalistas y exploradores.
● Potenciar las Inteligencias con Juegos de Mesa
La razón por la que me animé a escribir sobre este tema es porque tuve la fortuna, hace algunas semanas, de encontrarme con el blog de Manuel Sánchez Montero, un profesor de una escuela primaria de Sevilla, España, autor de varios libros infantiles, diseñador también de juegos de mesa para niños y responsable de una larga lista de talleres y cursos para profesores, en los que capacita a los docentes para el uso de los juegos como herramientas pedagógicas. Manuel ha recibido múltiples premios y reconocimientos por su trabajo y por la difusión de sus experiencias, algo que realiza a través de su blog, programas de radio y conferencias.
Justamente en un artículo de su blog, publicado en Junio de este año (2017), Manuel expone al visitante lo que él denomina diario del proyecto Andalucía Profundiza. Se trata de una detallada bitácora sobre la ejecución de un taller para alumnos de enseñanza básica en el que se emplearon diversos juegos, en su mayoría juegos de mesa, para identificar y potenciar las inteligencias múltiples de cada uno de los niños. No conforme con relatar vivamente cada una de las sesiones de trabajo, Manuel comparte mucho del material utilizado en el taller (documentos, formatos) además de una detallada lista de juegos seleccionados para el desarrollo de las inteligencias múltiples. Para todo aquel al que le interese el tema del uso de los juegos de mesa en el aula, creo que el blog de Manuel Sánchez Montero le resultará una invaluable fuente de información.
Distanciándonos de la diatriba conceptual respecto a la definición de las inteligencias múltiples, se puede consensuar que el ser humano viene al mundo con ciertas habilidades intrínsecas que emergen a partir de su herencia genética. No cabe duda, además, de que el entorno socio-cultural en el que este se desenvuelve incide en el nivel de desarrollo que dichas habilidades llegarán a alcanzar con el paso de los años. Todos somos capaces de reconocer que ciertas tareas se nos dan más fáciles que otras y que ello suele diferenciarnos de las personas que nos rodean. Este conocimiento, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones es incompleto y nos llega a lo largo de nuestra vida adulta, teniendo por lo general poco margen para aprovecharlo adecuadamente. Lo ideal sería detectar nuestros talentos en una fase temprana de la vida, para así centrar los esfuerzos en potenciar estas virtudes y explotarlas adecuadamente al llegar a la madurez. Aquí es donde el juego pasa a tener un valor especial como herramienta de diagnóstico y medio de entrenamiento.
Reunir a un grupo de niños alrededor de un juego de mesa permite a un evaluador entrenado detectar patrones de comportamiento asociados a cada tipo de inteligencia. Esta valiosa información puede ser utilizada posteriormente para desarrollar otras actividades, más individualizadas, dirigidas a potenciar los talentos de cada niño. Una correcta orientación formativa en esta etapa podría significar una diferencia decisiva en la calidad de vida y satisfacción personal de estos niños en su vida adulta. De allí la importancia de proyectos como el de Manuel Sánchez Montero, que colocan el foco sobre estos nuevos paradigmas en el ejercicio de la enseñanza.
La mayoría de nosotros nos acercamos a los juegos de mesa por el hobby. Más allá del esparcimiento, no buscamos beneficios adicionales, pero sin darnos cuenta los obtenemos. Algunos subimos la concentración, otros progresamos en comprensión lectora, algún otro eleva la empatía, otros mejoran la rapidez de sus cálculos mentales, etc. Entonces, cabe preguntarse si nuestros hijos pequeños no obtendrán un impacto positivo aún mayor que el alcanzado por nosotros. La evidencia empírica apunta a que sí. Hoy los profesionales de la educación empiezan a reconecer esta realidad y se plantean nuevas formas de enfocar el aprendizaje. Afortunadamente, nosotros, en este contexto, podemos ser un aporte significativo. Como padres jugones la premisa es clara: invitemos a nuestros hijos a jugar con nosotros. No sólo conseguiremos una satisfacción inmediata por el tiempo pasado juntos, sino que además estaremos aportando un granito de arena a su desarrollo integral.
¡Turno terminado!.
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