lunes, 14 de mayo de 2018

Dormir Bien

En mis tiempos en que era aficionado a los videojuegos, solía quedarme, de vez en cuando, hasta altas horas de la noche enganchado con algún juego. De hecho, en muchas ocasiones continuaba hasta muy avanzada la madrugada, aún sabiendo que al amanecer debía ir a trabajar. Nunca me permití, eso sí, inventar una excusa para no ir a la oficina o para llegar más tarde. Mis responsabilidades debía atenderlas aunque me estuviera cayendo de cansancio. A pesar de ello, no podía ocultar que tenía todos los síntomas del adicto. Negaba que tuviera un problema o lo minimizaba. Tomaba decisiones para cambiar, que luego se diluían apenas me sentaba frente al computador. Fue difícil salir de ese pozo, pero ahora que miro las cosas en perspectiva, no sólo me alegro de haber superado ese reto sino también por la experiencia acumulada, por lo mucho que aprendí de mí mismo y de mis límites.


● Los Efectos

Uno de los efectos más obvios que descubrí sobre la falta de sueño, más allá del cansancio natural, fue la degradación de la motricidad fina. Esto lo notaba cuando realizaba tareas que requerían movimientos rápidos y precisos, normalmente mecánicos. De pronto me sentía torpe lavándome los dientes, cortando verduras con un cuchillo (peligroso), revolviendo una taza de té o apuntando en un shooter (frustrante).

La capacidad de concentración era otra cualidad que veía notoriamente limitada, siendo incapaz de sostener lecturas extensas o discernir conceptos muy complejos. Para alguien que su trabajo consiste en leer mucho y realizar análisis de información, este no era un detalle menor.

Otro efecto que noté fue la disminución de mi tolerancia a la frustración. Me enojaba con mayor frecuencia y me costaba mucho aguantar las peculiaridades de la gente que me rodeaba (como si yo no tuviera las mías X-D ).

Algo de lo que también me di cuenta con el tiempo es que mi empatía se veía notablemente disminuida cuando tenía sueño. Es decir, me costaba mucho más ponerme en los zapatos de otra persona, con las consecuencias que ello implicaba.


● En los Juegos de Mesa

Se preguntarán qué tiene que ver todo lo anterior con los juegos de mesa. Pues, para empezar, habría que destacar los contrastes. Desde que me inicié en este pasatiempo, nunca me he visto empujado a repetir las maratónicas sesiones nocturnas que sí tenía con los videojuegos. Claro, la edad posiblemente tenga algo (¿mucho?) que ver. Sin embargo, un factor que me parece que tiene un peso aún mayor es el aspecto social de este hobby. Al juntarte con otros para jugar, te ves obligado a planificar, a definir horarios, a reservar un espacio, a pensar en la logística, a negociar. No es tan fácil cometer excesos, porque para ello requieres la complicidad del grupo, algo que ocasionalmente conseguirás, pero no todo el tiempo.

Cuando hablo de excesos, lo digo en el más amplio espectro. Sin embargo, circunscrito al tema de este artículo, puedo resumirlo en dos situaciones específicas: 

1. Jugar por muchas horas, hasta avanzada la madrugada, o hasta el amanecer.
2. Sentarse a jugar ya con sueño, posiblemente porque la noche anterior no dormiste bien.

En ambos escenarios será el grupo el que regulará lo que es aceptable y lo que no. Generalmente, el límite vendrá dado por la calidad de la experiencia que estén teniendo el resto de jugadores. Si se producen retrasos, equívocos o discusiones, y estos se derivan del estado de somnolencia de uno de los participantes, lo más probable es que la partida (y la sesión) concluya con un mal sabor de boca para todos. Además, para tu propio disfrute, el que tus facultades sensoriales se encuentren disminuidas te perjudicará. Incluso, puede que le agarres manía a un juego por lo mal que te sentiste jugándolo.

Los apartados de empatía y tolerancia son fundamentales para el buen desenvolvimiento de un individuo en un contexto social. Entonces, si la falta de descanso mina justamente esas competencias, dicho individuo tiene más posibilidades de incidir negativamente sobre las personas de su entorno. Evidencia de ello lo vemos en las grandes ciudades, donde la gente suele dormir muy mal, y en las que el nivel de agresividad es elevado.


● Mis Sugerencias

Desde que era niño, escuché y leí en múltiples ocasiones lo importante que era dormir lo suficiente. Lo cierto es que nunca me tomé muy en serio el asunto hasta bien avanzada mi edad adulta (algo normal, supongo). Por otro lado, debido a las responsabilidades familiares o profesionales, no ha sido fácil dedicar todas las horas que quisiera al descanso. Sin embargo, algo que ha logrado hacerme dormir mejor (profundamente), en la misma cantidad de horas, es mi afición a los juegos de mesa. Ya no me acuesto pensando en los problemas del trabajo, ni en las deudas, ni en los conflictos. Ahora me acuesto ilusionado por las cosas que podré hacer en los siguientes días y que se relacionan, directa o indirectamente, con los juegos de mesa. Ahora, al levantarme, siento que verdaderamente he descansado. Por ello, desde mi experiencia, me atrevo a dejarles estas sugerencias:

1. Tengan un hobby. No tiene por qué ser el de los juegos de mesa. Lo importante es que sea una actividad que los apasione, para que la ilusión se instale de forma permanente en su psiquis. Es algo que los relajará y terminará repercutiendo positivamente en su salud y en sus relaciones sociales.
2. Aprendan a decir "no". Este consejo es aplicable transversalmente a todos los ámbitos de su vida, no sólo al de nuestra afición. Saber decir "basta" les ahorrará muchos dolores de cabeza. Pero no se engañen, a la persona que más les costará aprender a decirle que "no" es a ustedes mismos(as).
3. Nunca juegues una primera partida a un juego teniendo sueño. Muchos juegos catalogados como "malos" en realidad se traducen como "una mala primera experiencia".

Aunque el dormir bien no les solucionará sus problemas, sí ayudará a que vean los mismos hechos con otro matiz. Eso puede hacer no sólo que disfruten de mejor manera este maravilloso pasatiempo, sino la vida en general.

¡Turno terminado!

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