
● El Presente
Hace algunos días, uno de los miembros del grupo de Facebook Creadores de Juegos de Mesa en Chile, Juan José Fernández, preguntó: ¿Qué juegos chilenos han sido o serán publicados este año (2017)?. Con la ayuda de varios colaboradores del grupo se terminó conformando la siguiente lista:
- Los Tesoros del Rey Pirata (Ludoismo).
- Jaque 15 (Ludoismo).
- Careta (Niebla Games).
- Aether (Swandy Games).
- D.50: Las Redes del Reich (Cuatro Quesos).
- Trono Oscuro (Caronte Games).
- Conspiradores (Relatos de Creación).
Nota: Desconozco si en este inventario aparecen todos los que deben.

● El Futuro
¿De qué manera conectan las ideas que expreso al principio de este artículo, sobre el talento que lucha por surgir, con las ambiciones de una industria (otra vez) en ciernes?. Los puntos de encuentro, hoy por hoy, son más bien escasos. La razón es simple: no existe una agenda común. Es decir, cada una de las editoriales que he mencionado más arriba busca sacar al mercado juegos de diseño propio, no de autores independientes. Por otra parte, a estos últimos se les presenta un escenario complicado si optan por auto-publicarse, agobiados por la escasez de información, los precarios espacios de colaboración y las limitadas fuentes de financiamiento. La cuestión es que no tienen muchas más alternativas.
El cuadro recién descrito podría verse como un crudo reflejo de la realidad de hoy, pero con esa apreciación dejaríamos por fuera muchos matices que ameritan una segunda mirada. No basta con decir "así son las cosas ahora" y nada más, porque eso equivaldría a fundamentar tu juicio en una foto, cuando lo que tratamos es de proyectar una película. Somos testigos de un presente lleno de carencias, pero que al mismo tiempo ofrece atisbos de progreso, de evolución. Y es que si hoy una editorial chilena ofrece sólo productos de diseño propio, es porque su tamaño y el del mercado no dan cabida para más. Pero si pones atención a las tendencias de crecimiento, comprendes que la evolución propia de su negocio llevará a cada una de ellas a una apertura natural. En la misma línea, se puede intuir que las actualmente esquivas fuentes de financiamiento, tradicionales y colectivas (crowfunding), enfocadas en proyectos lúdicos, el día de mañana se harán presentes, atraídas por un mercado más dinámico. Así mismo, esos espacios hoy casi inexistentes, destinados a la integración y colaboración entre creadores de juegos de mesa (autores, ilustradores, diseñadores gráficos, artesanos), probablemente florecerán al amparo de asociaciones de aficionados y de profesionales de este rubro que están forjando lazos cada vez más sólidos y que proporcionarán el entramado por el que la enredadera lúdica se afianzará y extenderá.
En conclusión, veo un futuro promisorio para los juegos de mesa en Chile. Aún teniendo metas dispares, entre los protagonistas de nuestro ecosistema lúdico subyace una aspiración común que servirá para amalgamar voluntades: todos queremos que los juegos de mesa lleguen a todas las personas. A partir de esa idea nacerán y se multiplicarán iniciativas que potenciarán, al principio, y consolidarán, finalmente, esta noble afición entre las opciones de entretención de la gente. Y no se trata de una apuesta de fe. Es cuestión de reconocer los patrones. Esta historia ya se dio en otros países, por lo que, más allá de nuestras particularidades locales, el futuro de nuestra industria (finalmente) se dibuja con bastante claridad.
¡Turno terminado!.
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