viernes, 15 de febrero de 2019

Juguemos a Matar Bebés


No se preocupen, no he perdido el juicio. Si tuviera que elegir una lista de temas chocantes para un juego de mesa, seguramente el del título de este artículo estaría entre los primeros. ¿Pero quién establece los límites sobre lo que podemos o no podemos incorporar como trasfondo temático al diseño de un juego?. 

Revisando la BGG, leyendo algunos blogs y escuchando comentarios de otros aficionados, reuní una lista de más de 30 juegos que provocaron, como consecuencia de sus temáticas, algún grado de polémica antes o después de ser publicados. Encontré desde uso de lenguaje ofensivo, pasando por objetivación de la mujer, corrupción, tráfico de drogas, esclavitud, maltrato animal, bullying, etc. En esa misma línea, el año pasado me topé con varias conversaciones en foros y redes sociales que giraban en torno a la pertinencia de ciertos temas al implementar un juego de mesa. De hecho, llegaron a establecerse encendidos debates respecto a este asunto, detonados por la salida al mercado de un título en particular o por la emisión de algún comentario desafortunado por parte de un aficionado. Había todo tipo de posturas. Desde aquel que consideraba que había que prohibir por ley las referencias a ciertos tópicos, hasta el otro que abogaba por el respeto a la libertad de expresión en el más amplio sentido de la palabra. Por mi parte, varias veces estuve tentado a escribir al respecto, pero quería abordarlo con cuidado. Por ello, me tomé mi tiempo y ahora ha llegado el momento de exponer mi punto de vista.

Quiero partir desde la visión del aficionado ofendido, de aquel que considera que la publicación de un juego sobre un tema "x" constituye una afrenta directa contra él o contra el colectivo al que pertenece. Sin poner en duda en ningún momento su indignación, al condenar a los infiernos a un autor por el tema elegido para su juego de mesa creo que se estaría transitando por un camino que ya se ha recorrido antes con otras formas de expresión artística (considero que los juegos de mesa entran en esta categoría). Hubo un tiempo en el que se achacó a los libros el poder de corromper el alma humana y numerosos defensores de la virtud se encargaron de quemar montañas de estos. Así mismo, han habido corrientes contrarias a ciertos estilos de pintura, de escultura e incluso de arquitectura, alegando su esencia retorcida e inquietante. Ni qué decir de la música, del teatro, de la danza, del cine, todas ellas formas de arte consolidadas, que en algunas de sus manifestaciones pueden llegar a provocar un rechazo visceral en ciertas personas. ¿Qué demuestra ello?. Pues que ese arte ha alcanzado un nivel de madurez suficiente para servir de canal de expresión a todo el espectro de personalidades que dan forma a nuestra especie humana.

Angustiarse por el uso del juego de mesa como medio para comunicar cualquier idea (aún la más extrema) me parece una pérdida de foco. Que niños y jóvenes puedan verse influenciados por cualquier medio de divulgación (youtube, los comics, los videojuegos, etc, etc) no debe conducirnos a creer que es responsabilidad de los creadores de ese contenido el velar por la adecuada formación moral de su joven público. La responsabilidad irrenunciable es de los padres y tutores de esos chicos. Si nos aseguramos de inculcarles valores y un pensamiento crítico, ellos mismos serán capaces de defenderse de las influencias perniciosas de ciertas fuentes. Quizás, en el caso de los juegos de mesa, yo abogaría por el uso de etiquetas en las cajas que indicara claramente que su contenido es para adultos y/o que la temática puede resultar ofensiva para algunas personas. Aún así, me parece que es responsabilidad del propio consumidor el informarse del tipo de producto por el que va a pagar. En cualquier caso, la censura no es una solución.

Dicho lo anterior, si sientes dolor por la manera torcida en la que ciertos autores o editores desdibujan la esencia de tu querida afición, es totalmente comprensible, pero no puedes obviar la realidad de nuestra naturaleza humana. Si tu transitar por el mundo de los juegos de mesa ha sido como danzar por un campo de flores, ¡maravilloso!, pero ese no es el único camino que existe y hay razones poderosas por las que otras personas preferirán internarse por senderos más tortuosos. Y no hay que olvidar los matices. La vida no es blanco contra negro. Hay un amplio espectro de tonalidades que representan todos los puntos de vista y por eso mismo, aunque no te guste, habrá autores que desarrollarán su juego a partir de temas escabrosos y también existirá un público dispuesto a pagar por esos productos. Y si tú no quieres contribuir a dar notoriedad a un juego que te repugna, entonces no hables de este, no abras un post mostrando tu indignación, porque no existe mejor publicidad que la que se deriva de la polémica.

En fin, ya di mi opinión. Espero no molestar ni ofender a nadie. Si es así, cuento con que no me dejarán ningún comentario en las redes sociales, para que nadie más se entere de que este blog existe.
;-)

¡Turno terminado!


2 comentarios:

  1. Bastante acertado este post, la publicidad no es mala o buena simplemente lo es. "Siempre habrá polémica pero la censura no es la solución", estoy totalmente de acuerdo. Buena observación

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    1. Mil gracias por tu comentario. Efectivamente, acallar otras voces mediante la fuerza siempre terminará mal.

      Un abrazo.

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